Bon vent dicen en Francia para desear buena suerte a alguien que parte. Pero también cuando queremos perderlo de vista. No nos es ajena la expresión, muy cercana a “mandar a tomar viento”. No nos es ajeno tampoco el viento en sí mismo, lo volátil, lo que sucede en el aire, la eterna lucha del circo contra la gravedad. Un circo vaporoso como un trozo de tela en una tarde de brisa.

Decimos Buen Viento casi como un conjuro. Nos reunimos para construirlo, para confabularnos e invocar la buena suerte. Lanzaremos nuestro deseo a los que se acercan y miran. Desde un colectivo que no olvida la suma de sus individuos, diez artistas (ocho intérpretes y dos directoras) buscando un buen camino, buscando un buen viento. Convocamos un ritual circense en el que iniciar multitud de caminos para despegarnos del suelo y descubrir mejores destinos. Es la hora de las despedidas, las buscadas y las sobrevenidas. Buen Viento intenta capturar ese instante en las despedidas en el que se amalgaman la melancolía y la tristeza con la alegría, la esperanza o incluso la certeza de estar avanzando hacia un mejor futuro.

Bon vent dicen en Francia para desear buena suerte a alguien que parte. Pero también cuando queremos perderlo de vista. No nos es ajena la expresión, muy cercana a “mandar a tomar viento”. No nos es ajeno tampoco el viento en sí mismo, lo volátil, lo que sucede en el aire, la eterna lucha del circo contra la gravedad. Un circo vaporoso como un trozo de tela en una tarde de brisa.

Decimos Buen Viento casi como un conjuro. Nos reunimos para construirlo, para confabularnos e invocar la buena suerte. Lanzaremos nuestro deseo a los que se acercan y miran. Desde un colectivo que no olvida la suma de sus individuos, diez artistas (ocho intérpretes y dos directoras) buscando un buen camino, buscando un buen viento. Convocamos un ritual circense en el que iniciar multitud de caminos para despegarnos del suelo y descubrir mejores destinos. Es la hora de las despedidas, las buscadas y las sobrevenidas. Buen Viento intenta capturar ese instante en las despedidas en el que se amalgaman la melancolía y la tristeza con la alegría, la esperanza o incluso la certeza de estar avanzando hacia un mejor futuro.

Orgía es una pieza de danza que forma parte de la investigación sobre la contracultura. Orgía pone cuerpo por la mirada sexualizada y busca maneras de mostrar la belleza del placer de los cuerpos (asociada a la prohibición, la disidencia o la inmoralidad).

La investigación coreográfica en este espectáculo se propone deconstruir herramientas coreográficas de diferentes danzas contraculturales (voguing, waacking, twerk y dancehall) para generar un relato escénico que cuestione la mirada sexualizada, capitalista y heteronormativa hacia los cuerpos.

Orgía es una pieza de danza que forma parte de la investigación sobre la contracultura. Orgía pone cuerpo por la mirada sexualizada y busca maneras de mostrar la belleza del placer de los cuerpos (asociada a la prohibición, la disidencia o la inmoralidad).

La investigación coreográfica en este espectáculo se propone deconstruir herramientas coreográficas de diferentes danzas contraculturales (voguing, waacking, twerk y dancehall) para generar un relato escénico que cuestione la mirada sexualizada, capitalista y heteronormativa hacia los cuerpos.

">Halley es una epopeya contemporánea, una carrera desesperada de un grupo que se enfrenta al reto de tener que organizarse antes de que el cometa vuelva a pasar y todo comience de nuevo. Personajes que llevan cargas, que tienen un camino por recorrer y anhelan superar los contratiempos y errores que les separan de la Felicidad. Porque la ilusión no se come, pero alimenta.

">Halley es una epopeya contemporánea, una carrera desesperada de un grupo que se enfrenta al reto de tener que organizarse antes de que el cometa vuelva a pasar y todo comience de nuevo. Personajes que llevan cargas, que tienen un camino por recorrer y anhelan superar los contratiempos y errores que les separan de la Felicidad. Porque la ilusión no se come, pero alimenta.

UN VIOLÍN INMENSO es un concierto para un violín que ocupa todo un teatro o para un teatro que vibra como un violín. Una pieza escénica que parte de la relación entre el cuerpo, el instrumento y el espacio. Una música que propone escuchar el instrumento como un lugar y el cuerpo como su caja de resonancia.

De otro modo, UN VIOLÍN INMENSO es una obra para un violín que navega por los canales de Venecia con un cuarteto de cuerda encima, un violín que surfea las olas en la Praia do Norte de Nazaré, un violín que más que un violín parece una ola gigantesca con un rugido monstruoso y una trenza larguísima.

UN VIOLÍN INMENSO es un concierto para un violín que ocupa todo un teatro o para un teatro que vibra como un violín. Una pieza escénica que parte de la relación entre el cuerpo, el instrumento y el espacio. Una música que propone escuchar el instrumento como un lugar y el cuerpo como su caja de resonancia.

De otro modo, UN VIOLÍN INMENSO es una obra para un violín que navega por los canales de Venecia con un cuarteto de cuerda encima, un violín que surfea las olas en la Praia do Norte de Nazaré, un violín que más que un violín parece una ola gigantesca con un rugido monstruoso y una trenza larguísima.

Eugène Ionesco es, junto a Samuel Beckett el máximo representante del "Teatro del absurdo". Fechada en 1962, se trata de una de las más profundas meditaciones sobre la condición humana que se haya escrito para teatro, a través de la dramatización poética de la muerte anunciada del rey Berenguer, que bien podría ser la de cualquiera de nosotros. Una hermosa tragicomedia, una obra maestra de la literatura dramática moderna.

La obra resulta de una tremenda actualidad en una sociedad occidental donde cada habitante se cree “el ombligo del mundo” y piensa que nada tiene sentido sin él, individuo único e irrepetible... e inmortal. Son cada vez más quienes sólo se preocupan por su propio bienestar; sin empatía alguna y sin pensar en el futuro que van a legar tras su desaparición, que ni se plantean por un momento.

Así vive Berenguer, quien representa a toda la Humanidad en una situación crepuscular apocalíptica, donde el tiempo en que el hombre se hizo rey de la Tierra ha pasado, porque él mismo la está llevando a la destrucción. Stephen Hawking advirtió que de no cambiar esta actitud global el planeta se convertirá en una “bola roja” sin vida en medio milenio... desde su muerte este proceso no sólo se ha frenado sino, al contrario, se está acelerando, y la propia NASA avala esa terrible predicción.